Se mueve dentro de la tela que la atrapa enredando el tapiz de su vida.
Su rostro es redondo y sus ojos miran al cielo hambrientos.
Se intuye el sol entre las nubes de sus pupilas...
Una parte de sí sabe y la otra empuja hacia adelante.
En su pecho se hunde un puño antiguo y severo,
abre fuerte los ojos para escapar a la ignorancia
y cubre sus sienes a golpes para despertar.
Un susurro de promesa rasga el aire
y ella entiende que la tela que era coraza ahora es lluvia.
Por eso traga esa promesa y la siente en su garganta,
la baja a su estómago y digiere la rabia.
Una vez más el eco del secreto milenario
la agarra a la tierra y la arrastra a la vida.
Su cuerpo convulsiona y se esparce loco en la hierba...
El olor a tierra mojada anclándose en su corazón abierto.
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