Sé que no
te gusta leer, pero si te concentras podrás oír mi voz entre los
renglones de esta carta. Hoy es mi cumpleaños, ha amanecido
nublado y he recordado que no puedo cambiar el pasado. No puedo
mamá. Puedo soñar que no cogí ese autobús. Soñar que vivimos
juntas en el pueblo y que soy feliz. Soñar que no necesito nada
porque lo que tu viviste nos basta a las dos. Mamá no te impacientes
y sigue leyendo. Cogí ese autobús porque tu vida no era la mía. No
sé si es mejor o peor, pero no era la mía. Tardé cuatro años en
descubrirlo, hasta que un día me levanté en esta ciudad y no
sentí más tu mirada en mi espalda. Ahora que yo soy yo y tú eres
tú, puedo volver atrás y comprender los silencios. No pasa nada
mami. No llores, tranquila... a pesar de todas las peleas, los
rencores, mi ausencia... hoy he cumplido 30 años y lo único que la
vida me ha enseñado es una certeza. Sí mamá una certeza. La
certeza de que tú lo eres todo para mí.
PD: no sé
quién llegará antes al pueblo, si esta carta o yo, porque desde que hay
internet el correo postal está fatal y yo voy que vuelo de las ganas
que tengo de abrazarte.
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