Hoy escuché tu lamento mudo que no
duerme,
escuché la brizna que lleva rocío,
escuché el paradigma de tu boca...y
no sentí vergüenza.
Me palpita el cuello con ganas de
gritar,
ganas de expresar cómo me conmueven
tus pasos.
Hoy te vi y supe que eras yo.
Sentado ahí para entenderme a mí
mismo.
Aunque hayas muerto. Aunque te hayas
ido.
Aunque no te piense. Viviste. Eso
basta.
En un instante lo tuve claro, claro,
claro...
luego escapó y sufrí tanto
tratando de traerlo de vuelta...
¿ dónde se fue ese instante? Y si
sólo él tuvo sentido,
¿dónde iré? No puede seguir buscándote.
Y si al buscarte me traiciono a mí
mismo...
Sólo fue un instante. ¿Por qué
algo que fue tan puro,
se convirtió en acero entre mis
manos?
Tan punzante y doloroso...hay algo
que no funciona bien...
¿quién vendrá a arreglarlo?
En qué punto perdí la conciencia
de búsqueda
y pensé que la vida era eso...ese
acero insatisfecho.
Al minuto blanda y pura...y al
instante dura y pesada.
Una mano de metal sobre la garganta,
un puño hunde mi pecho.
Cerrar los ojos para pensar en la
hierba. La hierba.
Las ramas de los árboles agitándose
con el viento.
Viento..llévate este acero.
Devuélvelo a la Tierra.
Toda esta basura que creé
sobreviviendo.
O no, no hagas nada viento que no
quieras hacer.
No hagas nada.
Empújame y llévame volando donde
nace la vida.
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