martes, 12 de septiembre de 2017

HACIA LA UNIÓN, mi Sol

Lágrimas de sorpresa ante ti. Tu ser me llena  y yo sólo deseo apartarme lo suficiente para que salgas a este mundo y lo llenes con  tu magia. 
Un mundo donde por fin comenzamos a renacer hija mía. Sí, las abuelas, las madres, las hermanas... todas empezamos a despertar de un largo letargo. Estamos recordando nuestras manos sanadoras, nuestros vientres sagrados, nuestros ciclos de fuego y de agua. Estamos recogiendo nuestros pedazos llenos de dolor, abandono y rabia, y nos estamos abrazando de nuevo, sintiendo a la gran Madre cada vez que nos atrevemos a tocar nuestras heridas sin pudor. 
Y ellos, mi niña, están empezando a salir de su orgullo, de sus cabezas,  y a mirar a las mujeres de sus vidas de otra manera. Dejando de temernos y  recordando lo próximas que siempre hemos estado. 
Y de esta forma es posible, hija mía,  que veas un mundo donde las mujeres nos acerquemos, llenas de amor y de poder,  a esos  hombres que durante tanto tiempo anduvieron ciegos. Tocando sus pechos y rompiendo sus muros con verdades y paciencia, para que  sus corazones recuerden la ternura que nunca se fue. Y aunque la vergüenza por lo pasado haga difícil a muchos aceptar este abrazo, nosotras no nos iremos a ningún sitio hasta que no hayamos abierto y arrullado hasta el último corazón de esta Tierra. Y no recriminaremos nada, sino que celebraremos esta unión sagrada, este bendito equilibrio, que se dará en el alma de cada mujer y de cada hombre, y en cada calle del afuera... porque así fue, así ha sido y así será siempre.
Unión en plenitud. 

jueves, 6 de julio de 2017

CENTRO

Bajo de esa cuesta empinada donde se  piensan  las cosas. Ese agujero allá arriba que ve el mundo al revés. A veces mi caminar se atasca en la garganta y he de toser la pena de todo un cielo gris, hasta que  el azul del mar se abre y me lleva hasta la orilla del vientre. Ahí me respiro entera y hasta la cima del pico más alto es fagocitada ante la enorme inspiración. Aquí soy mi cuerpo y puedo sentir las raíces que llevan hacia el útero escondido. ¿Para qué?, me pregunto. ¿Para qué este camino de ida y de vuelta? Pero al cabo de los días la cueva nutre mis alas y recuerdo volar. Así que emprendo camino de nuevo, hacia afuera, a veces molesta, a veces contenta, pero siempre hacia adelante en este pendular que me lleva irremediablemente al profundo centro. 

martes, 20 de junio de 2017

HERMANA

Ahora es nuestro momento. Volemos.
He atravesado ríos de fango hasta llegar a esta llanura blanca.
Ahora quiero estar contigo, conmigo en este valle.
Algunos días se cuela el barro entre mis pasos,
pero camino fuerte para desprenderme de la vieja tierra.
He dejado de mirar a través de las rendijas de mi frente,
y he encontrado a nuestros padres.
Hasta entonces no había descubierto lo huérfanas que estábamos.
Ellos. Ellos son el amor que buscábamos.
Ellos son el reflejo de la Tierra que piso y el Sol que nos calienta.
Por eso hubo tantos momentos en que olvidé amarme...
perdida entre una madeja de nubes negras.
Perdona si no te vi a mi lado llorando.
Ahora deshice los nudos a base de golpes y caricias,
he abierto un horizonte nuevo donde abrazarme.
Donde cuidarte.
Ellos me arrullan, ellos nos guardan.
¡Hemos llegado hermana!

miércoles, 14 de junio de 2017

MADRE

He estado perdida en un paraje de razones. He sobrevivido a tormentas y escapado de incendios.  He andado sola con el desamparo anclado en la nuca. He luchado contra la vida tantas veces que mis pies lloran la tierra. Mi espada se ha cansado de apuntar contra enemigos cada día más altos. El hambre me ha desgarrado el corazón, pero no el estómago. Tantas veces preguntándome, ¿qué hago aquí?, ¿quién me dejó sola? 
¿Cuando te olvidé... madre? ¡Madre! ¡Madre! 
Alguna vez creí sentirte en mitad de un estepa, o en el agua de aquel río de plata...pero tú te desvaneciste como una voz lejana. 
Pero llegó el sol y con él mi primavera. No fue fácil volver a encontrarte entre el miedo y la rabia. Quizás pensé que me reñirías por escaparme aquel día. Quizás creí que no te gustaría lo que había hecho con  mi vida. Pero me quedé, exhausta de huir, para ver tu rostro lleno de grietas. 
Tú me dijiste: "mi niña, cierra tus ojos..." 
Y la arruga de mi frente se convirtió en una torre de arena desecha ante tu aliento.
Perdona mi olvido madre. 
Ahora he sentido tus pasos dulces entrando en mi cueva. He sentido tu mano cálida en mi frente y tu voz suave ronroneando en mi oreja. He olido tu blusa de flores. He oído tu canto grave y tu risa lenta. Tu olor a puchero, tu arrastrar de zapatillas y tu pecho abierto. 
Ahora cierro los ojos y te veo. 
Madre, abuela, niña, vieja. 
Tierra, agua, árbol, fuego. 
El olor de mi oscuridad se llenó de   canela. 
Madre, madre, madre. 



jueves, 6 de abril de 2017

LEMURIA

Paisaje de amor. 
Isla de azul intenso del sueño violeta.
Eterna brisa diamantina que mueve risas coralinas. 
Mirada del jade en tus selvas. 
Calma eterna en tus playas de blanca arena. 
Cajita de mi inocencia. 
Recuerdo  iluminado.
Anhelo de un hogar de  mar.
Rayos de colores del cielo más blanco. 
Huevos de dragón son tus regalos. 

                                                            Lemuria, 
isla de grandes razas, 
tus gigantes te guardan como una perla única en las mágicas
                                    líneas del tiempo.  

sábado, 25 de marzo de 2017

EGO, menos censura y más cachondeo.

Hace poco un amigo posteó en su facebook: “Ego, la palabra del Año que todo el mundo parece conocer”. El post ha dado lugar a un montón de comentarios sobre qué es eso del ego, qué coño podemos hacer con él y de dónde mierda sale semejante cosa cuyo único objetivo parece dar por culo. Como yo llevo toda mi vida, como la mayoría de los seres humanos, lidiando con mi ego, comentar su propio post se me ha quedado pequeño, por ello hago el mío. (Escribo esto mientras mi ego me susurra al oído con voz de Smiggle: míoooo, míoooo…”) 
En nuestro mundo al ego siempre le toca ser el malo de la película, esa fuerza invisible, pero maligna y oscura, que lleva al ser humano a caer en la misma piedra una y otra vez. Sin embargo ego tenemos todos y hemos de enfrentarnos cada día con esos aspectos oscuros de nosotros mismos que tanto nos avergüenzan y nos hacen sufrir. Parece que el ego es el enemigo, lo opuesto a toda la luz que llevamos dentro del corazón, en contraposición a las mil voces del ego que salen de la mente, o como yo la llamo: “la loca del coño”. 
Sin embargo algunas de mis experiencias vitales han venido a desafiar este esquema: ego/mente, versus, luz/corazón. En momentos de mi vida he tenido que lidiar con una gran oscuridad que no salía de mi mente, sino de mi corazón en forma de miedo, rencor, culpa... Que saliesen del corazón no quiere decir que luego mi ego no hiciese con todas estas energías de las suyas, es decir, alimentar las heridas con el “pobre de mí”, ¿por qué yo?” y mil y una neurosis y locuras mentales que todos nosotros nos esforzamos tanto por esconder para encajar en el supuesto mundo de “la normalidad”. Llegados a este punto, donde la lucha ante la oscuridad se vuelve más intensa dentro de uno que fuera, (ya no te calma como antes luchar fuera por un mundo mejor, porque la mierda que te sale a ti de dentro amenazando con salir por los poros de tu cuerpo en plan Hulk supera todo lo demás, o lo que es lo mismo, que ya no te soportas), es cuando empezamos a plantearnos qué coño hacer con nuestro ego y como mantenerlo a raya. Porque además todos los mecanismos que tenías para mantener tu oscuridad a raya, ya sea hacer footing o participar en una mani contra Esperanza Aguirre, o cualquier otro enemigo que encarne todo lo que no soportas del mundo, o sea de ti mismo, se van a la carajo. 
Yo llevo años lidiando como las locas contra mi propio ego. Lo admito, a mi ego le gusta el miedo más que a mi Blanca las torrijas. Y vivir con eso en tu día a día cansa. Sin embargo por más que he luchado contra él, demostrándome a mí misma que no, que yo soy valiente y punto, al final no sé cómo lo hago, pero el joío miedo se camufla y me aparece en otra parte. Encima me conoce, es muy suyo y sabe lo que tiene que argumentar para que me tiemblen las piernecicas. Y yo que además de miedosa soy una optimista empedernida no paro de decirle al universo, que yo sé que es perfecto porque lo he leído en algún libro de autoayuda y me encanta la idea porque me mola y tranquiliza: entonces ¿pa que mierda sirve el miedo? ¿Pa qué mierda llevamos tanto oscuridad dentro? ¿Pa qué mierda existe Trump en este mundo?
Y al final nos volvemos a topar con la lucha entre la luz y la oscuridad, que ya lo decía el maestro Jedi Obi-Wan, cuidadín con el lado oscuro. Y es que como muchos dicen, en nuestra 3D todo está polarizado, que si ying y yang, que si salao y dulce, que si luz y oscuridad. En fin que esto es lo que hay y hay que joderse. Pero como yo no me conformo y soy una experta luchadora, hasta el moño de luchar, necesito perspectiva. 
Buscando perspectiva le echo un vistazo al cielo en una noche estrellada y me quedo hipnotizada ante semejante belleza. Inspirada ante esta preciosidad me pongo a pensar que es la oscuridad de la noche la que sostiene a cada estrella, dándole su contexto para que cada una de ella brille a su forma y manera.
Siguiendo esta perspectiva me da por pensar que quizás cada uno de nosotros somos un poquito de polvo de estrellas a la que se le dio la oportunidad de ser por sí misma todo un cielo estrellado. Para ello viajamos a esta Tierra con un puñado de oscuridad en un bolsillo, de la que se encargaría nuestro ego, y un puñado de estrellas en el otro bien escondidas entre nuestros dones y talentos. De esa forma nuestra oscuridad le daría el contexto a esas estrellas para que pudiesen brillar mostrando su forma bien definida y única.
Y visto así, una se atreve a pensar que quizás Trump es el contexto perfecto para que energías como la de la unidad, la igualdad y la libertad puedan brillar en todo su esplendor. Y visto así se me ocurre que mi miedo es el contexto perfecto para que esa voz que surge del bolsillo de las estrellas y me dice: “en verdad no hay nada que temer”, brille en mitad de tantas mentiras que nos contamos y que nos cuentan, como una estrella iluminada. 
Y visto así, se me ocurre que toda esa oscuridad que llevo censurando, rechazando, reprimiendo y azotando, sólo necesita su lugar: ser vista, entendida, reconocida e incluida. Y ahí entiendo que por eso se dice aquello de que el verdadero amor no excluye, INCLUYE.
Y ahí me doy cuenta de que Trump, mi miedo o el vecino que me toca los ovarios, no son más que oportunidades para convertirme en mi propio cielo estrellado. Y ahí me flipo toa y empiezo a ponerlo en práctica, pero seamos sinceros, no te veas lo que cuesta, porque cada una de las células de mi cuerpo está acostumbrada a combatir, y es que las joías reaccionan solas. Pero bueno, en mitad del camino descubro un gran aliado que me ayuda, si no a amar completamente lo que instintivamente rechazo, si a cambiar la actitud de mis células cada vez que miedo o el mundo me toca los cojones: EL CACHONDEO. 
Y mientras me río de mi mierda parece que la distancia que había entre mis logros y mis miserias se hace más pequeña. Y aunque a veces no entienda nada, ni de lo que pasa afuera, ni de lo que me pasa a mí adentro, siempre me queda reírme de todo y dejar que la risa, como una maestra sabia, opere su alquimia para unir luz y oscuridad, corazón y mente y en definitiva, a todos y todas los que habitamos el planeta. 

domingo, 5 de marzo de 2017

MUJERES

Hay un fuego que se cuece lento dentro las raíces de mi familia. Es un fuego que nos une a las mujeres de forma invisible, pero cierta. Es un fuego que no conoce metas; por eso no sé dónde acaban mis hermanas, mis tías, mis madres, mis abuelas...y es la Tierra misma donde se tejen las historias que nos dan nuestra existencia. 
En esta familia nos persiguen los rostros de mujeres enfadadas, rabiosas, locas de impotencia... pero también los rostros de mujeres sumisas sufriendo en silencio, tolerando normas que las ahogan, sonriendo en un océano de dolor y soledad. Todas son espejos de algo que guardamos en nuestro interior, pero han jugado mucho tiempo al escondite entre ellas. 
Hasta hoy. 
Hoy se abrieron los velos y unimos este puzzle de historias para sentirlas a todas. 
Dejamos de huir de los ecos de sus voces y sentimos el anhelo de amor escondido entre los visillos del dolor. 
Gracias madres, tías y abuelas por aguantar carros y carretas. 
Gracias madres, tías y abuelas por sostener vuestro fuego hasta volveros locas. 
Gracias madres, tías y abuelas por sufrir en silencio, por gritar bien alto, por luchar, por perder, por maldecir, por sangrar, por sacrificar tanto y perdonar. 
Sin cada una de vuestras huellas no existirían nuestros pasos buscando una y otra vez su propia senda. Encontrándole el sentido a cada tramo del camino. Uniendo los pasos de todas. Descubriendo que somos la misma, hijas de la Tierra. 
Gracias mujer humana. 
Gracias abuela. ¿Dónde se fue tu fuego? Mira mis ojos y siente la chispa de tantas mujeres que como tú quisieron bailar. Hoy vamos a celebrar que podemos porque ya es diferente. Ahora es diferente. Es el momento para pisar y taconear bien fuerte. Vamos a mirar a los ojos de todas. De las que nunca quisieron, de las que temieron hacerlo y de las que nunca lo intentaron; de las que se lo prohibieron, de las que se negaron, de las que lucharon, de las que enloquecieron. Porque hasta aquí llega este dolor. ADIÓS. 
Adiós a ese dolor de fuego quemándonos por dentro, tiñendo nuestro suelo de rencor y rabia. Adiós a resignarnos a agachar nuestra cabeza para lamentar nuestra suerte y mecernos en la tristeza. Adiós a la ceguera de no ver que somos una sola. 
¿Y el fuego de las que vendrán? 
La puerta está abierta. Sacad vuestro fuego al mundo para bailar, para gozar, para nutrir, para crear, para abrazar, para curar... Para lo que queráis, mis reinas. No estáis solas. En cada esquina una hermana espera para haceros recordar. Y siempre las abuelas, ellas. Que no están, pero están. Sus pies siguen caminado la búsqueda de vuestra libertad, que es la suya, la mía... la de todas. 


                                                                        
Sal a bailar, mi reina, 
                     déjame ver tu chispa
                                   danzando el mundo, niña morena.