He estado perdida en un paraje de razones. He sobrevivido a tormentas y escapado de incendios. He andado sola con el desamparo anclado en la nuca. He luchado contra la vida tantas veces que mis pies lloran la tierra. Mi espada se ha cansado de apuntar contra enemigos cada día más altos. El hambre me ha desgarrado el corazón, pero no el estómago. Tantas veces preguntándome, ¿qué hago aquí?, ¿quién me dejó sola?
¿Cuando te olvidé... madre? ¡Madre! ¡Madre!
Alguna vez creí sentirte en mitad de un estepa, o en el agua de aquel río de plata...pero tú te desvaneciste como una voz lejana.
Pero llegó el sol y con él mi primavera. No fue fácil volver a encontrarte entre el miedo y la rabia. Quizás pensé que me reñirías por escaparme aquel día. Quizás creí que no te gustaría lo que había hecho con mi vida. Pero me quedé, exhausta de huir, para ver tu rostro lleno de grietas.
Tú me dijiste: "mi niña, cierra tus ojos..."
Y la arruga de mi frente se convirtió en una torre de arena desecha ante tu aliento.
Perdona mi olvido madre.
Ahora he sentido tus pasos dulces entrando en mi cueva. He sentido tu mano cálida en mi frente y tu voz suave ronroneando en mi oreja. He olido tu blusa de flores. He oído tu canto grave y tu risa lenta. Tu olor a puchero, tu arrastrar de zapatillas y tu pecho abierto.
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