Abuela de su hogar, de su hogar, de su hogar, de su hogar...
Sólo tiene treinta años pero es abuela de su hogar. En sus brazos porta el libro de su vida que jamás lee porque lo lleva escrito en sus huesos. La experiencia de lo vivido marcada en su corazón, heridas a través de las cuales sale su luz a a raudales. Le gusta estar sola. Sabe estar sola. En su silencio encuentra las respuestas y en cada paso que da la certeza de su camino. Un camino largo y lineal. Su viaje está lleno de estrellas y de momentos irrepetibles. Pero a veces necesita descansar en la tranquilidad de los días perdidos. Observa la candela y deja que sus pensamientos la lleven a recuerdos del pasado. El crepitar del fuego la trae de nuevo a su hogar de madera. Respira profundo y su estómago se llena de la dicha que siente. En su boca una sonrisa da las gracias a lo invisible por cada instante vivido. Siente toda la magia que contiene el bosque detrás de las ventanas. Mira hacia fuera y al ver moverse las hojas del olmo siente la paz creciendo en su alma.
Gotas de lluvia comienzan a caer y porque puede escuchar dentro de ella el pulso del agua sale a caminar descalza entre las hojas que el otoño ha dejado esparcidas por aquel bosque encantado donde las hadas le susurran al cielo que arrastre lo viejo hacia la gran cascada. Afuera deja que sus pies se hundan en el barro mientras inspira el olor a tierra mojada.
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