Hay una ternura sutil y poderosa encondida entre mis brazos,
pero al mirarte se me escapa haciéndome volar.
Hay un espejo en tus ojos de pura inocencia.
Me miro y sólo puedo recordar la niña eterna que soy.
Hay un fulgor conocido en el espacio que te arrulla,
un color de sepia y oro que acaricia mis sentidos.
Al pensarte, dos lágrimas antiguas en mis ojos
se deslizan saladas por mi rostro y caen al mar agradecidas.
Tu vida, tu luz, tu amor.
Tu vida, tu luz, tu amor.
Verte brillar, verte reir, verte caminar.
Verte buscar un Hogar más allá de tu infancia.
Hermana.
¿Dónde estará esa seguridad que buscamos?
¿Dónde podremos sentirnos por fin a salvo, por fin en paz?
Hay un pedazo de este corazón que compartimos,
donde tu niñez se evapora entre nubes de algodón,
donde tu niñez se evapora entre nubes de algodón,
todo rastro de dolor se deshace dulcemente...
Guardo silencio en esta nueva paz.
Sólo abro mis ojos un instante para mirarte de nuevo
y dejar que mi voz te hable.
y dejar que mi voz te hable.
"Recuerda, niña del mar, que naciste del Amor.
Que Fina y Paco se amaron tanto en un instante,
que te hicieron un barquito de luz donde poder navegar.
Coge ese barquito ahora, surca mares y tormentas,
y dirígete a tu Hogar"
No hay comentarios:
Publicar un comentario