Tierra mía, en ti nazco y en ti muero.
Dejo que tu viento abra mis alas y salto en la hendidura de tus acantilados.
Puedo oler tus brasas y crepito en cada leño.
Soy tus piedras y tus lagos.
He caminado cada senda en tu paisaje.
Hadas y duendes reconocen mis pasos y abren el camino.
Las brumas me cuidan, tu aliento me guía.
Duermo en tus cuevas y lloro en tus ríos.
Hoy amanece en tu horizonte anaranjado y yo recuerdo los pasos de mis antepasados.
Yo honro tu barro y bendigo tu cielo.
Yo vuelo entre tus nubes y aterrizo fuerte y serena en la llanura de tu cuerpo verde y calmo.
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