Un camino nuevo se abre antes mis pies.
Un camino de silencio donde él, mi hermano mayor, me abre senda.
Poco puedo decir de este camino ya que las palabras lo señalan, pero no pueden describirlo.
Paz.
Este es el deseo que me mueve hacia delante en esta nueva llanura que sigue siendo blanca, que nunca dejó de ser blanca y que espera mi regreso.
Una mano sale de mi corazón y agarra mis entrañas.
Una mano que protege lo que siempre estuvo a salvo en lo profundo de mi ser, más allá de las mil y una formas que parecían esconderlo.
Una paciencia infinita me acompaña para ser siempre amable y no interpretar ningún paso desde la derrota, pues esta no existe.
Mil voces me llaman desde las estrellas y mil seres tiran de mi en esta tierra, todos son hermanos y hermanas y soy una con ellos.
A cada instante ejerzo el valor de estar en mí.
En mí.
En mí.
Dentro late la verdad que tantas veces elegí tapar, pero fracasé, porque aquello que soy no puede abandonarme nunca.
Esa es mi Fe y mi Esperanza.
Mi parte humana pide constante perdón por olvidar.
Olvidar que Papá y Mamá nos Aman.
Nos cuidan.
Nos abrazan en el Hogar.
El Hogar.
Ejerzo mi libertad para volver al Hogar del que nunca me fui.
Tan sencillo como respirar.
Tan fácil como acariciar una flor.
Aquí y ahora.
No hay nada más que el abrazo infinito de Dios llamando a sus Hijos e Hijas a despertar.
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