Y aquí estoy de nuevo, en este paraje desierto que pide mi vacío. Mil voces estorban mi caminar hacia el centro de la tierra donde yo he sentido el agua que mana por sus cuevas. Y he olido ese amor que sólo una madre sabe dar. Por eso golpeo con mis piernas fuerte esta tierra que cambia sus colores al ritmo de mis penas. Pero no importa, porque he olido esa esperanza eterna que brota de la fuente de tu alma a carcajadas de miel. He vuelto a vislumbrar tu perdón y he abierto mis ojos a un nuevo amanecer. Aquí estoy de nuevo, soltando lo viejo y caminando hacia lo desconocido.
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