miércoles, 19 de junio de 2013

MADRES

Yo tengo muchas madres.
Está la señora que se sienta a mi lado en este avión. Ella no lo sabe, pero su olor me protege y me dice soy tu madre. Aunque no la abrazo porque no nos conocemos cuando cierro los ojos imagino mi cabeza apoyándose en su hombro.
Una de mis madres favoritas es la señora negra y gorda que vive en la casa del bosque. Huele a pucherito caliente. Camino hasta su puerta y siempre me espera con los brazos abiertos y un delantal enorme que cubre su cuerpo redondo como una mesa camilla. A esta madre mía siempre le cuento, sus ojos absorben cualquier historia porque lo comprenden todo. Para despedirme de ella vuelvo de mi imaginación a lo que puedo tocar.
La señora que vende pescado a mamá, mamá es la madre que me parió, no es mi madre porque yo no lo quiero. Es seca y nunca me mira. Tampoco me gusta lo que le hace a los bogavantes.
Mi mamá, la madre que me parió, suele ser la mejor madre. Me abraza, me cuida y me hace sándwiches de nocilla. Pero a veces sus ojos están lejos y yo me busco otra madre. Ayer en el supermercado la cajera era mi madre cuando me dio aquel caramelo y nos recordó las ofertas.
La azafata de este avión no puede ser mi madre porque sonríe mecánico y no para de vender estupideces.
Cuando el avión aterrice y lleguemos al pueblo tendré dos madres. La madre que me parió y la madre que parió a mi madre. Mi abuela con mayúsculas porque es la única que tengo. La única que me cuenta historias en blanco y negro. La única que me canta y me  recita poemas antiguos. La única que me deja arroparla cuando tiene frío, que me deja cuidarla cuando está  enferma. La única madre a la que puedo proteger, porque como ella sabe yo también soy madre. Madre de mi madre y de la madre de mi madre. 

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