Aprovechando
que la profe de anatomía había salido a mear, Lucía mano ancha
agarró el cartabón y se lo lanzó a Pedro con tan buena puntería
que se lo clavó en la cabeza. Pedro se quedó congelado tres
segundos antes de empezar a gritar como si la vida se le fuera en
ello. Lucía mano ancha aprovechó la oportunidad que se abría en el
hueco de la boca abierta de Pedro y cogiendo la grapadora la lanzó
hacia sus paletas. Pedro recibió el impacto que acalló su grito
y cayó en silencio manchando el suelo de sangre. Acto seguido la
profe entró en el aula y una goma de borrar se le coló entre las
tetas. Asombrada levantó la vista buscando al culpable de semejante
fechoría y vio a Lucía mano ancha de pie en su pupitre. Lucía
sonreía mientras lanzaba a diestro y siniestro lápices, bolígrafos y
sacapuntas. Cuando empezó con los compases sus compañeros buscaron
refugio debajo de los pupitres y la profe se escondió detrás de
Totino, el esqueleto de la clase. Lucía mano ancha al ver que no le
quedaba ningún material escolar a mano , empuñó su silla y
sosteniéndola encima de su cabeza gritó histérica: “Vosotros
sois los anormales, estrechos de manos y de mente” .
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