Antes no venía a la orilla, pero ahora algo ha cambiado.
Desde esta orilla veo , a lo lejos, más allá del mar, un islote.
De noche las estrellas lo alumbran de forma especial.
Lo miro a lo lejos y me siento en paz.
Sería raro agarrar una barquito y llegar hasta allí.
Sería como cruzar un puente y llegar a un sueño.
Un sueño de paz.
¿Qué será más real, mi vida en esta tierra, o aquel islote iluminado?
Sé que allá vive gente, pero no son como nosotros.
Los veo caminar.
Desde esta orilla los observo ir y venir por el islote.
Son diferentes.
Somos diferentes.
Un mar nos separa.
Esta necesidad mía de observarlos, no sé porqué.
Antes ni sabía que existían.
Los niños de allá son tan amados.
¿Cómo puedo saber esto si nunca estuve allá?
A veces me siento desleal a los míos.
Pero estoy cansada.
Cansada de este lado de la orilla.
A veces fantaseo con coger un barquito y remar hasta allá.
Sin embargo, ayer escudriñando en detalle el movimiento de su gente, vi a una pararse.
Sorprendida vi que me miraba fijamente.
Me sonreía.
No sé porqué sentí que me conocía,
y de alguna manera supe que no necesitaba ningún barquito para cruzar,
porque ya había llegado.
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