domingo, 28 de junio de 2015

NATALIA RECUERDA

A veces camina entre edificios que no le pertenecen, 
se sienta sobre escalones de cemento y mira el horizonte.
Natalia se aleja de su casa para llegar al límite, 
para mirar la arboleda que empieza donde su ciudad acaba.
Dicen que es mejor no salir y que hay peligro allí fuera, 
dicen que al caer el sol el bosque oscuro se traga lo que encuentra.
Pero cada día Natalia visita el final y apura pasitos, 
pasitos y pasitos que la llevan hacia fuera más allá del borde.
Nadie habla del bosque porque la ciudad es segura, 
seguridad que construyeron con esfuerzo y persistencia, 
seguridad que les protege del desorden y del salvaje vacío.
Natalia ama el cemento y adora a la gente que vive en la ciudad, 
se sabe afortunada y agradece cada día a su comunidad.
Conoce  las leyes, respeta las reglas, pero se muere de anhelo,
anhelo de saber qué misterios le aguardan allá fuera. 
Natalia sabe que si sale no podrá volver a entrar,
sabe que si elige el bosque estará sola y no habrá vuelva atrás.
Natalia lleva tiempo partida en dos mitades que se contradicen,
que la llevan de un extremo a otro y la dejan turulata.
Por eso hoy vacía su cuarto y prepara su maleta,
porque sabe que ir hacia delante es el único camino para ella.
Pasito a pasito Natalia entra en el  bosque oscuro y salvaje
y aunque el corazón se le parte al recordar a los suyos,
cuando sus pies, acostumbrados al cemento,  pisan la hierba
Natalia recuerda que es hija de la Tierra.




lunes, 22 de junio de 2015

monólogos del moño

me hace mucha gracia que me mires por encima después de que fui yo la que te dio esta oportunidad, al fin y al cabo no te conocía ni el apuntador y ni tú creías poder conseguirlo, pero claro ahora todo te va de maravilla y ya no me conoces, pero tranquila que ya me hago yo cargo y no te vuelvo a molestar porque no es la primera vez que me pasa esto, no,  ni mucho menos, si esto me lo conozco yo mejor que  cocer pan, hombre ¿te crees que eres la primera que me pega una puñalá? pues no bonita, que tengo yo la espalda llena de cicatrices y a prueba de malas como tú, porque esto que me has hecho es de ser mala, mala,  mala, que tú de tonta no tienes un pelo...no me vengas con que no me reconociste con las mechas y por eso ni un hola en la gala, ay bonita pero mira yo la mar de contenta que me lo comí todo, que aún tengo yo amigos importantes, pero de verdad, no como tú que de ay qué haría yo sin mi  Cintia me vienes con un no me llames tanto que me agobias, ja, agobio el mío que no paran de llamarme para darme premios y más premios que no sé ni como darle las gracias a la cantidad de fans que me acosan, sí Cintia, los vuelvo locos, no como tú que vaya pérfil cutre de facebook que te me has hecho, es que eres tonta del culo todo el día dale que te dale con los selfies, y encima te crees muy culta, ay qué pena de verdad, qué pena...pues sí eso me das mucha pena porque al final vas a venir suplicando que te vuelva a agregar como amiga, que te retwitee y ahí voy a ponerme yo firme y con  el corazón en la mano te voy a decir: lo siento bonita pero aunque me suena tu cara de haberla visto en algún programa hortera voy a una entrega de premios, cualquier cosa me envías un mail y te quedas esperando a que me salga del coño responderte algún día, eso sí, sin rencor, con mucha dignidad y respeto porque te juro hija de puta que no te tengo manía

LAS HUELLAS DE MARTA

Puede suceder que Marta agarre su pincel y rompa el blanco frente a su cara para luego atravesar su propio paisaje pintado. Puede suceder que dentro de su cuadro Marta dibuje en la arena sus huellas hacia la playa. Una playa donde Marta camina hacia el agua salvaje que ella misma pintó hace mucho tiempo. Quizás cuando Marta se hunda en su océano vea sobre el suelo marino las huellas de otra niña volviendo a la superficie para salir de esa playa, y  caminando por la arena  regresar al pincel. Y puede suceder que todo ello pase cada día una y otra vez.