Y entonces empezó a caminar.
Y al levantar la vista lo vio
pero no quiso caminar por él.
Porque sintió que ya era tarde
bajó los ojos hacia el ombligo.
Paró en seco sus pasos y renunció a todo,
dejó que la pena golpeara y cayó en la tierra.
Y se dejó llorar y lloró por tantas cosas, suyas y de
otros,
y lloró por lo perdido y por lo que perdería,
y lloró por no entender y por lo que entendería.
Y así un día agotó el llanto y siguió andando
para no llegar nunca porque ya estaba dónde quería.
Y siguió caminando atravesando el silencio.
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