sábado, 2 de febrero de 2013

MORDER EL CIELO


No sé dónde leí que los indios de Norteamérica habían perdonado al  hombre blanco la destrucción de su pueblo sólo por el regalo del caballo. Los indios reconocieron en el espíritu del caballo  a un hermano. Fascinante.  La gente sueña que vuela, yo sueño que cabalgo.  Los caballos son fuerza, son belleza…libertad, ternura. Tienen una mirada profunda  y a la vez llena de honestidad. Hay tanta nobleza en su manera de moverse… me gustaría poder volver a conectarme con ellos…poder formar parte de su día a día…poder acariciar una crin… sentir su respiración… fundirme como una india salvaje atravesando esta llanurablanca. Si cierro los ojos puedo conseguirlo. Si los cierro aún más puedo ser una yegua blanca. Pasto tranquila en la mitad de un bosque. Con mi cola larga y enredada juego con dos mariposas. El sol se cuela entre el espeso ramaje de las copas de los árboles. Huele a tierra mojada. El viento me despeina la crin. Camino adentrándome en el bosque cada más tupido. Busco un sitio seco y mullido donde tumbarme a descansar. Encuentro un sitio confiable y me tumbo… El sol me despierta. Perezosamente me incorporo en  mis cuatro patas y miro alrededor. Mi cuerpo decide salir de este bosque. Llego a un valle enorme. Ummm comida. Mastico durante una infinidad de instantes y empiezo a pasear. Estoy llena de energía, de fuerza,  empiezo a correr por este valle infinito. Juego con el viento, con el cielo… me paro extenuada, mi corazón late rápido. Este valle no termina nunca, pero si sigo corriendo tocaré el horizonte y morderé el cielo.  Persigo a una nube despistada en esta clara mañana. Se oye un sonido apabullante…viene de lejos, pero empieza  acercarse. Me paro alerta y tenso las orejas. Direcciono mi hocico hacia el sitio de donde viene el ruido. Lo que veo me pone  los pelos, desde la cerviz a la grupa, de punta. Una manada de caballos corre hacia el valle. Es como si una montaña entera se desplazara hacia mí. A través del polvo que levantan distingo crines del color del sol. El corazón me late desbocado. Espero paciente con los corvejones alerta. El ruido lo envuelve todo. Cada vez están más cerca…espera, espera… tenso aún más mis patas traseras… ahora…salto hacia delante y comienzo a  correr como loca, corro ciega  y en un instante desaparece el atronador ruido. Silencio. Sólo correr. Silencio. Una cúpula de polvo nos rodea. Mi paso ya no es mío, es el de la manada. Ahora sí...ahora morderé mi pedacito de cielo, pero no lo haré sola.

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