sábado, 29 de agosto de 2020

VOY CONTIGO

Silencio. 
No encuentro las palabras.
No me lo puedo creer.
No sé qué decir.
Te conozco, me conoces.
Deseamos lo mismo.
Libertad para Amar.
Despertar del sueño de sufrimiento.
Saber que no podemos sufrir.
Gritarlo bien alto. ¡No podemos sufrir!
La alegría y la dicha no pueden morir.
El Amor nunca se ha ido.
El Amor es.
Somos hijos amados.
Somos.
Pureza. 
Bondad.
Coge mi mano fuerte mientras me rindo a la verdad.
Voy contigo.
Hace mucho tiempo me invitaste a tu aventura. 
Yo era una niña ante un camino nuevo. 
Tenía miedo, pero tú me regalaste tanta cercanía y calidez, que me hiciste comprender que quería caminar contigo.
Ahora te respondo que sí.
Voy contigo.
A veces con miedo, a veces confusa, pero otras veces volando alto junto a ti.
Unidos en la Paz.
Seguros de nuestro propósito.
Cantando juntos que estar vivo es para siempre. 
Sin concesiones al dolor.
 Amando. 
Dejándonos amar. Perdonando. Riendo. Caminando. Bailando. Sacudiendo las mentiras. Deshaciendo creencias. Retirando los velos que nunca han existido, pues lo que somos está unido a su Fuente por siempre jamás. Más allá del tiempo. En el Reino de los Cielos de donde nunca salimos. Ese Reino que no está ni afuera ni adentro, ese Reino que somos nosotros, todos.
Uno con la Madre, la Fuente, la dicha, el gozo, el Amor. 
Pura paz Azul.


Mirar tus ojos

Cuando  creía que no podía salir bien.

En aquel tiempo sufría. No creía en el futuro. Una mancha oscura cubría mi horizonte. 

¿En qué momento vislumbré que quizás podía ser diferente? 
¿Que podía desear otra cosa? 
¿Que no tenía que resignarme, ni ser la superviviente constante de un cataclismo? 
¿Que no tenía que huir una y otra vez de ese "ay ay ay que ahora viene el golpe"?

Mirar tus ojos lo cambió todo. 
Agarrar tus manitas abrió mi pecho. 
El deseo de ser libre para amarte eternamente corto mi respiración. 
Algo en mi pensó, ¿podría ser? 
¿Podría ser mi vida está ternura constante? 
Y descubrí que mientras no amaba no hacía nada. 
Y que sólo amando podía ser feliz. 
Y deseaba amarte. 
Te amaba. 
Y al amarte, era el Amor.




SOY UN ÁRBOL

Soy un árbol

En mis raíces acuno la vida

El viento acaricia mis ramas

y sonrío al trasluz de las mil hojas que me bailan

Soy un árbol

Siéntate en mi tronco y deja que te arrulle, 

yo dejaré que tus lágrimas me den de beber

Soy un árbol

Puedo verte sin dejar de sentir el mar azul del que emerjo



Soy un árbol

En este silencio de estaciones que van y vienen, 

puedo sentir por fin mi corazón enamorado

martes, 11 de agosto de 2020

Camino hacia Ti

Soñé que me había separado de ti. Algo que parecía terriblemente lógico me decía que había ocurrido porque yo lo había deseado, y tuve el leve recuerdo de haber pensado: "¿cómo sería vivir sin ti?" Todo se cerró en mi mente y creí caer en un infierno. Si yo había deseado aquello era normal estar ahora separada de  ti. Mi pensamiento había tenido efectos. Y lo peor, era mi culpa. Pensaba en ti y en lo enfadado que estarías. Un miedo terrible se apoderó de mí. Deseaba volver contigo, pero sentía que no podía. Qué no era una opción. Es más, empecé a pensar que tú mismo estarías buscándome para regañarme. No podía soportar que ya no me amaras. No podía soportar haberte decepcionado. Y de alguna manera empecé a odiar también esa parte de mi que estaba tan enferma como para poder llegar a desear vivir sin ti. ¿Por qué lo pensé? ¿Por qué lo pensé? Me atormentaba el remordimiento. Sólo quería encontrar la manera de arreglarlo, de volver a recuperar tu amor ,sin el cual me encontraba perdida. 
Un día encontré a un hombre que me dijo que tú no estabas enfadado, que me seguías queriendo exactamente de la misma manera. Que yo seguía siendo para ti esa joya de inocencia. Tu niña de siempre. Tu obra de arte Padre. Mis ojos lloraron y caí tendida en la tierra. Por fin podía dejar de dar vueltas en círculo sintiendo que no llegaba a ningún sitio. Ahora podía volver a casa. Todavía estaba el problema de esa parte de mi que deseó separarse de ti, que yo tenía absolutamente a raya, y que odiaba profundamente. Pero este mismo hombre me dijo que esa parte en verdad no existía. Que si te quería tanto, ¿porque iba yo a desear realmente separarme de ti? Qué no tenía sentido. Algo en mi empezó a poner en duda tantas cosas que había dado por hecho desde mi huida. Yo había dado por hecho que había hecho algo terrible. Que había deseado lo indeseable. Pero , ¿por qué entonces deseaba también tanto volver a casa de nuevo? Algo no tenía sentido. Desde que marché, lo único que había hecho era alejarme por miedo, y buscar cualquier sustituto del hogar, cualquier cosa que me recordara a ti Padre. Pero nada me había servido. Por eso empecé a pensar: "¿y si realmente nunca había deseado algo así?" Una cosa era pensarlo, como una posibilidad, y otra desearlo realmente de corazón. O al menos jamás hubiera yo deseado este infierno. ¿Para qué? ¿Qué sentido podría tener? Alguna vez pensé que quizás si pasaba dignamente por este infierno podría conseguir que  volvieses a por mi Padre y que me perdonaras. Pero,   ¿y si en mi interior no había nada podrido? Entonces no era necesario todo este camino de dolor sin sentido. ¿Y si en mi interior lo único que había era tu  amor como siempre fue? ¿Y si aquello que creí que sucedió en verdad nunca había pasado.?¿Y si  sólo había sido un mal sueño, un malentendido? Aquel hombre me dijo que tú  me esperabas. Que esperabas simplemente a que yo me diese cuenta de que no podía separarme de ti. Qué que no había nada malo en mi. Qué tú me conocías tan profundamente que sabías que yo era perfecta e inocente. Que  toda esta huida había sido sólo una ilusión. Que seguía estando en tu corazón como siempre lo estuve. Que me sostenías, pero que yo me había quedado dormida y soñaba con este exilio. Madre mía, era tan bonito lo que decía que parecía imposible. Pero yo ya estaba cansada de caminar hacia ninguna parte,  de sufrir lejos de casa. Así que decidí seguir a aquel hombre y  dejar de huir.

Ahora camino con él y siento a momentos que me mira y me cuida como si me conociese. Ay este hombre que me acompaña se ha convertido en un gran amigo, en un  hermano. Siento que me ama mucho y por alguna razón que desconozco se me hace tan natural. A veces dudo de mi propia voluntad, me atormento pensando que no merezco volver, que quizás esa parte errónea de mí es cierta, pero luego lo oigo hablar y la lógica cae por su propio peso. Deseo estar contigo, es lo que más deseo porque el Amor va hacia el Amor, por eso camino cada día con él este viaje sin distancia. 
Mi vida ya no es un infierno. Cada vez estoy más segura de que me reencontraré contigo  Padre y todo este mal entendido ni lo recordaré. Pero ahora aprendo del silencio y lloro a momentos soltando todo el barro del camino.



miércoles, 5 de agosto de 2020

KAI Y LA NIÑA DE CRISTAL

Desde que Kai tenía memoria su mundo había estado en guerra. Su clan era de guerreros y
llevaban luchando contra los monstruos desde siempre. Nadie recordaba tiempos de paz y era
un tabú hablar de paz en su clan. Pero Kai estaba cansado de luchar. Sentía que tenía que
haber algo más. Añoraba la paz aun sin haberla vivido.
Un día llegó un viejo viajero al clan. A los viajeros siempre se les recibía bien, pues traían
valiosas mercancías de otros clanes. Tras la cena Kai, como hacía siempre, esperó a que todos
estuviesen borrachos, se acercó al viajero y le preguntó: 
- Viajero, ¿hay algún lugar en el que hayas estado donde no exista la guerra? -El viajero lo
miró sorprendido. 
- ¿Te refieres a un lugar en paz? -Kai asintió entre avergonzado y esperanzado. Pero el
viajero le dijo: 
-No, niño guerrero, no hay lugar en este mundo donde este viejo haya encontrado la paz.
Kai cerró los ojos herido en lo más profundo. Nunca encontraría la paz. Nunca podría sentir
descanso. Nada tenía sentido.  
-Sin embargo -añadió el viajero, -hay un lugar del que algunos hablan, pero en el que nadie
ha estado. Quizás ese lugar no exista. Quizás no quieras ni oír hablar de él, muchacho. 
-No tengo ya nada que perder. Cuéntamelo, viajero. 
-Más allá de este valle, en lo alto de aquellas montañas, escondida entre los árboles, hay
una casita. En ella duerme una niña -al decir la palabra niña, los ojos del viajero brillaron. 
-¿Una niña? -preguntó Kai mientras su corazón se encendía. 
-Sí. Una niña tan pura e inocente que la llaman la niña de cristal.
-La niña de cristal -repitió Kai dejando que ese nombre vibrase en su alma. 
-La niña de cristal -repitió el viajero mirando a Kai tan profundamente que este se sintió
abrumado. 
-Pero esa niña está muy asustada -prosiguió el viajero. 
-¿Asustada? 
-Si. Asustada. Se ha quedado dormida y es ella la que nos sueña a todos -Kai lo miró
sorprendido y al instante respondió eufórico: 
-Pero viajero, si eso es cierto, yo iré hasta ella, la despertaré y le diré que no tenga miedo. 
-Eres valiente, niño guerrero, pero si la despiertas todos desaparecemos. ¿Es eso lo que
quieres? -Kai se sintió confundido. 
-No lo sé, viajero. Mi corazón me dice que vaya. Solo deseo la paz y tengo derecho a
buscarla. Mañana emprenderé el camino hacia esa montaña.
Al amanecer el niño guerrero emprendió su viaje. Durante días estuvo caminando y
batallando con todo tipo de monstruos que aparecieron en su ruta hasta que una tarde llegó.
Allí estaba la casita. Era real. No estaba tan lejos, pensó, ¿cómo nadie ha venido nunca
antes? Una gran alegría lo habitó. Se imaginó a sí mismo entrando en la casita, descubriendo a
la niña en su cama, observando su pureza en silencio, mirándola con infinito amor,
despertándola suavemente y pidiéndole con todo su corazón que soñara un mundo sin
monstruos, que soñara un mundo de paz. 

Kai corrió hacia la casita y a medida que se acercaba descubrió que no había puertas.
Tampoco había ventanas. Toda la casita era un muro de hierro fortificado totalmente
inexpugnable. No podía entrar. Kai gritó, intentando que la niña lo oyera, pero su voz chocó
contra las negras paredes. Adentro la niña no podía oírle. Aun así Kai golpeó las paredes hasta
hacerse daño. Se lanzó contra ellas, y se hizo aún más daño. Cuando caía la noche, extenuado,
cayó de rodillas delante de la casita de hierro, y lloró desconsolado. Era imposible. Ahora
entendía por qué nadie lo había intentado. Había sido un iluso. Todos estaban condenados a
vivir sin paz. 


Justo antes de caer rendido de sueño recordó las palabras del viajero: 
"Ella nos está soñando a todos."
Y Kai pensó: “Es ella quien sueña con estas paredes de hierro. Ella no quiere ser despertada.
Quizás yo no merezca ni acercarme a ella. ¿Qué hago aquí? Si ella no quiere despertar, será así
hasta el fin de los tiempos.”
Y se durmió. 
Al amanecer arregló su petate y se encaminó de vuelta a su clan. Tras un largo y triste viaje
llegó a su valle. Justo cuando entraba por la puerta amurallada se encontró de frente con el
viejo viajero que abandonaba el clan.
-¿Qué, niño guerrero? ¿Encontraste la casita? ¿Viste a la niña de cristal?
-Viajero, es imposible entrar en esa casita para despertarla. Ella misma sueña con esas
paredes inexpugnables. No quiere que nadie la despierte. Ni siquiera quiere que la toquemos -
le contó Kai derrotado. 
El viajero se le quedó mirando y de forma cariñosa se acercó a él y le susurró al oído: 
-Ay, niño guerrero, ella lo sueña todo. Ya te lo dije. Sueña con monstruos, con batallas, con
un mundo en guerra, pero también con guerreros que preguntan a viajeros por la paz, con
niños guerreros que anhelan que ella despierte -Kai lo miró a los ojos sin entender. 
-¿Quieres decir que quizás sí quiere despertar? No lo sé, viajero. ¿Tú crees que la niña
de cristal desea la paz? -Los ojos del viajero se encendieron con un fulgor intenso y antiguo. 
-Ella desea la paz por encima de todo -Al oír estas palabras todos los momentos de la vida
de Kai en los que había deseado la paz explotaron en su pecho. Las lágrimas comenzaron a salir
desbocadas y hasta el último anhelo de paz que había intentado mantener a raya salió como
una cascada. Cuando por fin se calmó miró de nuevo a los ojos del viajero y, lleno de asombro,
le dijo: 
-Tú eres la niña de cristal. 
-Tanto como tú, niño guerrero. Ahora no vuelvas a la casita. No hace falta. Entra a tu clan y
míralos a todos como me has mirado a mí. Recuérdales que ellos son esa niña, recuérdales que
su mayor deseo es la paz. 
Y así fue que el niño guerrero pasó sus días mirando su mundo para ver y recordar que
todos ellos eran aquella niña inocente y asustada. 
Y pasó el tiempo y empezó a haber cada menos monstruos. Y pasó aún más tiempo y los
monstruos desaparecieron. 
Tras muchas estaciones, una tarde de verano, siendo Kai ya un viejo, observaba ponerse el
sol desde su valle. Cuando las nubes naranjas teñían el horizonte, sintió en su corazón un
destello de pura paz y supo que ella ya no tenía miedo. Supo que ella iba a dejar de soñar. 
Un segundo antes de que el viejo Kai y todo aquel mundo desaparecieran, como un regalo
de amor, pudo oír las primeras palabras de la niña de cristal al despertar: 
-Ohh, madre, madre, madre.