Entre tu forma y mi forma dejaste el silencio.
Tu partida llenó mi cuerpo de un vacío secreto.
No hay pensamientos sabios solo el pulso de la tierra.
Solo el cielo, solo el viento que mueve las hojas y despeina las pestañas.
Tu papá y yo ahora caminamos lento, cogidos de la mano, respirando esta penita y a cada rato sonriendo.
Tu partida me dejó un vacío que arrastra al silencio y me lanzó de un revés al corazón de la tierra que abraza.
Hijo mio, hay un gran misterio en esto que llamamos vida y que a veces olvidamos.
Tú nos has acercado a él y nos has hecho honrarlo.
En solo dos meses abriste el corazón de tus padres y lo llenaste de ilusión.
Me regalaste una varita mágica que yo llevaba en mi mano derecha y blandía en el mundo iluminando todo lo que tocaba.
Con ella te mostré la cualidad de las cosas que existen, ¿recuerdas?
Revoloteando entre nosotros alteraste nuestra sangre.
A tu papá le barriste los miedos. A mí con un sopetón de amor me hiciste madre, a mis papás... abuelos.
Tenerte dentro ha sido un regalo para siempre.
Gracias infinitas.
Tu papá y yo te damos las gracias por elegirnos.
Gracias por traernos el misterio de la vida y de la muerte.
Gracias por enseñarme el inmenso amor tras la libertad.
Gracias cosita linda, alma grande, porque tu presencia le dio alas a nuestros sueños e ilusiones y nos mostró el amor que tu papá y yo somos. Construimos mucho ilusionados con tu llegada y tu partida aunque triste, nos hace más honestos con nuestros anhelos. Plantaste y reafirmaste en nosotros el sueño de crear una familia.
Ahora caminamos lento, respirando este vacío lleno de calma, sin miedo al mañana.
El tiempo traerá más formas hermosas de elegir el amor.
Como sabes hijo nuestras almas ya sobrevivieron durante siglos y ahora desean abrirse y confiar.
Desde este suave silencio, tu papá y yo te decimos adiós con una sonrisa.
Eres amado, eres parte de la familia, eres libre.
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