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Tengo cinco años y estoy volviendo a casa. Mi mano cuelga segura de la mano grandota de
mi padre. Por cada paso de mi padre yo
he de dar cuatro pasitos para mantenerme a su lado y no quedarme atrás. Miro a
la gente que camina a nuestro lado, que nos cruza... miro los coches, las
tiendas, las luces... todo está en su sitio. Tengo cinco años y siento que las
cosas serán así siempre. Yo sintiéndome
en paz y anticipando el placer de un baño caliente y una cena en casita. Mi
padre es el hombre más fuerte del mundo. Además no conozco a ningún hombre más
guapo que él. No exagero, he visto fotos suyas de joven y parecía un actor de
Hollywood. No me extraña que mi madre se enamorara de él. Cuando ella me cuenta
cómo se conocieron y lo que sentía la entiendo tan bien... tengo suerte de que
me haya tocado el mejor padre del mundo. A veces siento penita de alguna amiga
por el papá que tiene, no es que sea malo, pero claro comparado con el mío...
Si hay algún problema mi padre lo
resuelve enseguida y siempre de la mejor manera. En casa es un manitas y lo
arregla todo. Ayer fuimos a Continente a comprar un vídeo. Mi padre se leyó el
manual entero y a las tres horas ya podíamos ver pelis. Vinieron mi tía y mi abuela a estrenar el
vídeo y mi tía trajo la película Molokai. Era en blanco y negro pero super
bonita. Va de un cura que vive en una isla que se llama Molokai...la isla, el
cura se llama padre Damián. Es muy bueno con los leprosos. A los leprosos no
los quiere nadie porque lo que tienen es contagioso, pero al padre Damián no le
importa. Los cuida, está con ellos y les habla de Jesús que también los quiere.
Yo pienso en mi mamá que siempre me habla de Jesús... a veces me da vergüenza
porque se pone como muy “diferente a lo normal” cuando habla de Jesús, pero
luego se me pasa y cuando estoy sola en mi cuarto yo también hablo con Jesús.
Jesús también es muy guapo...bueno no
como mi padre, diferente. La mejor
escena de la película es cuando el padre
Damián mete los pies en una palangana de agua hirviendo, pero él no se da
cuenta de que quema porque ya está enfermo. Tiene los pies como inconscientes y
así empieza la lepra. Primero te inconciencia una parte del cuerpo y luego se
te cae. Es super triste, pero yo me puse
contenta. No por el padre Damián, que en verdad no importa porque se irá al
cielo con Dios, Jesús y los ángeles.
Sino porque miré a mi padre y vi que estaba llorando. Y ahí sentí tanto amor
por mi papá. Es el hombre más guapo, más fuerte y más sensitivo del mundo.