Ella, Ella, Ella...
Mi cuerpo es de Ella.
Porque Ella me ha parido y me pare.
Mi sangre es de Ella.
Mi Ser es de Ella.
Muchos nombres, muchos rostros:
Madre Tierra,
Isis,
Magdalenas...
La veo en cada mujer.
La veo en cada hombre... a Ella.
Y al reconocerla a Ella, Él renace en mí Alma.
Él... este guerrero de Justicia.
Valiente, honorable, tenaz.
Viajero del tiempo.
Un León de Dios.
Un León, al servicio de Ella.
Que vino aquí por Ella.
Guardián de la Tierra.
Amante de Ella.
Hoy este guerrero planta su rodilla ante Ella,
y con una mano en el pecho clama:
¡Gloria a mi Padre en los Cielos y en la Tierra Gloria a ella que todo lo consuela!
Y así todo es Uno en la belleza del Hogar.