este regalo de paz y soledad,
me encuentro.
Y te encuentro.
A pesar del tiempo,
aquello que veía en ti no ha cambiado.
Al tocar mi vulnerabilidad te siento cerca,
sujetando mi mano,
cuidándome.
Padre bueno eterno.
Compañero.
Tu deseo de amar,
de cuidar,
madre sin serlo.
Me uno a ti.
En este instante me uno a ti y te recuerdo.
Es curioso,
como hay una "fortaleza" que me aleja de ti:
"venga ya, ya puedo sola. Ahora quiero que seas para mi tal y cual cosa, a ver a ver",
y empiezo a exigir.
A dejarte fuera de esa "fortaleza" y a sentirme sola, separada de ti,
....de mi.
Pero cuando caigo rendida en mi pecho,
en las lágrimas,
en la niña que soy,
en la vida que me habla...
te veo a mi lado sujetando mi mano.
Y esto creo que ocurre más allá de mi y más allá de ti amor.
Sujetas mi mano siempre.
No porque seas especial,
si no porque eso es lo que eres.
Lo que quizás somos.
Puro amor y cuidado,
más allá de este mundo inventado.